LA ACTIVIDAD PROGRAMADA PARA ESTE FIN DE SEMANA NO ERA OTRA QUE LA ASCENSIÓN A PEÑA BEZA Y EL CANTO CABRONERO, EN PICOS DE EUROPA. LA PÉSIMA PREVISIÓN METEOROLÓGICA, QUE SE CUMPLIÓ A RAJATABLA, NOS HIZO MODIFICAR LOS PLANES Y AL FINAL REALIZAMOS ESTA SENCILLA TRAVESÍA EN LA CERCANA COMARCA DE GORDÓN.
Nos animamos a la misma los cinco participantes que aparecemos en esta primera foto de la marcha.
La primera intención era ascender a las cumbres cercanas a Folledo y que dan vista al Valle de Arbás. Según íbamos ascendiendo se cerraba más la niebla y la lluvia incesante no dejaba de caer. Subimos por un ancho camino zigzagueante entre arboleda la primera parte y escobas más arriba.
En un determinado punto se perdió el mismo y visto el panorama que había decidimos emprender el regreso al punto de partida y estudiar otros planes. Entre las opciones que teníamos había varias rutas cercanas al lugar que podían ser más vistosas incluso con lluvia. Había quien opinaba incluso volver para casa, pero ya “de mojados al río” y nunca mejor dicho. Aún eran las diez de la mañana.
En el pueblo dilucidamos un poco más y al final algunos optamos por hacer la ruta desde allí mismo hasta Geras y volver. Al final los que no se decidieron fueron a dicho pueblo a esperarnos y nos evitamos este retorno. Salimos por un camino embarrado entre praderías y escobas floridas con dirección a la collada entre ambos pueblos.
Antes de la misma nos desviamos hacia un refugio cerrado y por un sendero entre matorral alcanzamos la collada.
Desde ella en la lejanía vislumbramos entre la niebla algunas cumbres de la zona de Aralla. Pocos metros por debajo enlazamos con el ancho camino de nuevo y ya en el valle del arroyo de Ardagüelo.
En la parte baja se unía al que baja por el valle de Casares hacia el cual decidimos subir aprovechando un rato sin lluvia. En él vimos numeroso ganado con mastines como guardianes y una bonita salamandra encaramada a una roca.
La intención era llegar a ver el Valle de Arbás desde allí, pero la maleza se nos cerró de nuevo en el sendero y nos impidió avanzar. Regresamos entonces sobre nuestros pasos hacia el punto de enlace y retomamos la ruta hacia Geras para el que nos restaba algo más de un kilómetro.
De nuevo con lluvia entramos en Geras a primera hora de la tarde encontrando una fuente con pilón donde nos lavamos las botas y polainas embarradas. Tras tomar un refrigerio en el bar y cambiarnos, algunos decidimos comer en el pórtico de la ermita del Cristo. Estando en ello escuchamos varios truenos de tormenta.
En un determinado punto se perdió el mismo y visto el panorama que había decidimos emprender el regreso al punto de partida y estudiar otros planes. Entre las opciones que teníamos había varias rutas cercanas al lugar que podían ser más vistosas incluso con lluvia. Había quien opinaba incluso volver para casa, pero ya “de mojados al río” y nunca mejor dicho. Aún eran las diez de la mañana.
En el pueblo dilucidamos un poco más y al final algunos optamos por hacer la ruta desde allí mismo hasta Geras y volver. Al final los que no se decidieron fueron a dicho pueblo a esperarnos y nos evitamos este retorno. Salimos por un camino embarrado entre praderías y escobas floridas con dirección a la collada entre ambos pueblos.
Antes de la misma nos desviamos hacia un refugio cerrado y por un sendero entre matorral alcanzamos la collada.
Desde ella en la lejanía vislumbramos entre la niebla algunas cumbres de la zona de Aralla. Pocos metros por debajo enlazamos con el ancho camino de nuevo y ya en el valle del arroyo de Ardagüelo.
En la parte baja se unía al que baja por el valle de Casares hacia el cual decidimos subir aprovechando un rato sin lluvia. En él vimos numeroso ganado con mastines como guardianes y una bonita salamandra encaramada a una roca.
La intención era llegar a ver el Valle de Arbás desde allí, pero la maleza se nos cerró de nuevo en el sendero y nos impidió avanzar. Regresamos entonces sobre nuestros pasos hacia el punto de enlace y retomamos la ruta hacia Geras para el que nos restaba algo más de un kilómetro.
De nuevo con lluvia entramos en Geras a primera hora de la tarde encontrando una fuente con pilón donde nos lavamos las botas y polainas embarradas. Tras tomar un refrigerio en el bar y cambiarnos, algunos decidimos comer en el pórtico de la ermita del Cristo. Estando en ello escuchamos varios truenos de tormenta.
Tras la comida nos tomamos un café en el mismo bar y sin más retrasos emprendimos el regreso a León acompañados por la incesante lluvia.
A pesar de la misma, resultó una media jornada aprovechada y con paisajes que no tenían desperdicio alguno.
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