POR FIN NOS ESTRENAMOS CON EL CALENDARIO PROGRAMADO POR EL CLUB TRAS LAS PRIMERAS SALIDAS IMPROVISADAS.
HEMOS DECIDIDO HACER ESTA RUTA QUE RECORRE DOS VALLES CERCANOS A SOTILLO DE SANABRIA Y QUE NOS LLEVARON A LA BONITA CASCADA Y LA GRAN LAGUNA DE LA QUE SE SURTE EL ARROYO EN LA QUE SE FORMA.
EL TIEMPO NOS ACOMPAÑÓ DENTRO DE LO CONSIDERABLEMENTE ACEPTABLE Y SÓLO TUVIMOS ALGUNOS COPOS SUELTOS DE NIEVE Y, ESO SÍ, MUCHO FRÍO.
(
NOTA: Pinchando sobre las fotos pueden verse con la calidad original )
(En el mapa, el arroyo Pingón, que no está marcado, es el que sale de la laguna y al que luego se une el de Cabriteño).
Saliendo de Guzmán.
Nubarrones hacia Sanabria en el trayecto.
Parada en El Puente a tomar el cafetín de rigor.
Lo veíamos muy negro según nos acercábamos a Sotillo.
Tras prepararnos en Sotillo, 1000 m, emprendimos la ruta siguiendo las marcas de la misma por un camino entre praderías. Las estacas eran de color marrón.
Así llegamos a un área recreativa en la que vimos un par de carteles de la ruta con su desnivel y trazado.
Nos metimos en un camino encajonado que comenzó a subir por el valle del arroyo de Las Truchas. En él encontramos numerosos troncos caídos y de retorcidas formas de los que colgaban varios chupiteles de hielo.
El firme de la senda se encontraba empedrado y por las laderas de su margen derecha caían infinidad de pequeñas cascadas en las que se formaban bellos carámbanos de hielo.
Tras un rato de subida entre bosque llegamos a la bifurcación de la cascada y la laguna dirigiéndonos a la primera de ellas descendiendo un tramo empinado y algo resbaladizo.
Tras contemplar una amplia panorámica del valle desde un claro, llegamos a la cascada encontrándonos con una verdadera postal de la misma medio congelada. 1350 m.
Nos sacamos unas fotos allí y disfrutamos de dicho entorno un buen rato antes de retroceder hacia la bifurcación para coger ahora el ramal de la laguna marcado de marrón y amarillo.
Subimos un tramo empinado entre roca y pisando cada vez más nieve hasta pasar cerca de otros saltos medio ocultos a los que algunos nos acercamos. Mereció la pena este desvío ya que encontramos con un par de cascadas más situadas justo encima de la principal que habíamos visto desde abajo.
De nuevo en el camino se suavizó la pendiente llegando enseguida a un curioso puente de troncos de madera y con un cartel recomendando no usarlo. Con tiento lo pasamos para meternos de lleno en la vega del arroyo Pingón en cuya cabecera se emplaza la Laguna de Sotillo.
En dicha vega vimos varias lagunillas
totalmente
congeladas
dentro del
cauce. La nieve moteaba el paisaje y cubría casi por completo la parte alta de los cerros que la rodeaban. El sendero casi llaneaba por la margen derecha de dicho valle hasta llegar a un punto en el que comenzó a subir más visiblemente.
No tardamos en divisar la presa de la laguna a lo lejos. Pasamos por otro desvío que luego cogeríamos de regreso a Sotillo y en pocos minutos llegamos a la misma, 1600 m. En su parte más cercana al muro nos encontramos con varios bloques de hielo de más de cinco centímetros de grosor flotando sobre la superficie en la que el viento formaba un pequeño oleaje. El frío allí era intenso y se colaba aún bien abrigados como íbamos.
Tras un rato en aquel paraje emprendimos el regreso hacia el desvío anterior tomando ahora el ramal de la izquierda marcado con estacas amarillas. Allí cerca había unos peñascos a los que nos acercamos para comer, aunque no entrábamos todos y además no estaban muy resguardados. Alcanzamos entonces la parte alta de la loma y comenzamos a descender hacia el valle contiguo en el que pronto dimos con un rincón apropiado para ese menester.
Tras la comida retomamos la marcha descendiendo por la ladera siguiendo el sendero marcado entre algo de arboleda y zonas rocosas moteadas de nieve. Estábamos ahora en el valle del arroyo de las Truchas que abajo habíamos pasado cerca del pueblo. El arroyo Pingón, que forma la cascada, se une a éste más abajo en una "Y" del valle.
No faltaban en este valle los curiosos troncos de retorcidas formas y grueso contorno en los que algunos hacían un poco el "mono". Otros se dedicaban a balancearse como niños en los columpios.
Llegamos a un punto desde el cual ya era visible la cascada en la parte contraria del valle. El sendero empedrado estaba allí colgado sobre el mismo. El sol que lucía desde hacía un rato había cambiado totalmente el tono del paisaje.
Encontramos una gran piedra que tuvimos que sujetar por turnos para que no se nos viniera encima mientras el resto pasaba.
El contraste de la roca y la arboleda formaba bellos cuadros en el paisaje.
Ya con el pueblo a la vista pasamos al lado de un gran estanque con una curiosa estatua en un pedestal de un hombre y un perro a su vera. Nos pareció conocido el rostro del hombre aquel.
A la entrada de Sotillo nos esperaba este enorme ejemplar de castaño de gran envergadura en el que nos sacamos algunas fotos.
Sin más retrasos entramos en el pueblo llegando minutos después a la iglesia a cuya vera teníamos los coches aparcados. Tras ponernos cómodos, emprendimos el viaje deteniéndonos de nuevo en El Puente a tomar un refrigerio. Después del mismo comenzamos el regreso a León donde llegamos sin novedades a última hora de la tarde-noche.
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